La guardería Arrel, situada en Cervera (Lleida), nos pidió ayuda por un grave problema de ruido en el comedor del centro, que dificultaba la comunicación y generaba un fuerte estrés entre alumnos, monitores y profesores. La combinación de un techo alto, ventanas y paredes lisas convertían el comedor en un espacio altamente reverberante, donde el sonido impactaba en las superficies generando rebotes y ruido de fondo.
Para solucionarlo, en Gravis calculamos la cantidad de material absorbente necesario para reducir el RT (Tiempo de Reverberación) a valores saludables y óptimos para el espacio. El resultado ha sido la colocación uniforme de 114 placas acústicas ignífugas en color blanco de 120 cm x 30 cm y 50 mm de espesor.