Cuando pensamos en un estadio lleno de gente o en un polideportivo en plena acción, lo primero que nos viene a la mente es la energía, la pasión y, por qué no decirlo, el ruido ensordecedor que lo acompaña. La acústica de estos espacios suele ser un reto monumental: gritos, bocinas, rebote de balones y megafonía que muchas veces se convierte en un eco ininteligible. Y aquí es donde entra en juego la importancia de un buen acondicionamiento acústico.