En Gravis creemos que la sociedad actual necesita transformar la manera de concebir el sonido. Si prestamos atención a la mayoría de los sonidos que nos rodean, veremos que estos son accidentales y la mayor parte desagradables: ruido del tráfico, alarmas, llamadas telefónicas, oficinas ruidosas, obras en la vía pública...
Mientras tanto nosotros estamos ahí gritando por encima de estos sonidos, haciendo como si no existieran. Este hábito de suprimir el sonido implica que nuestra relación con éste ha llegado a ser, en gran medida, inconsciente. Sin embargo cada sonido que percibimos tiene efectos directos sobre nuestro organismo. Te explicamos a continuación las 4 maneras en cómo nos afecta el sonido:
1. Fisiológicamente.
Sonidos fuertes y desagradables como el de una alarma o una sierra eléctrica provocan que nuestro organismo libere cortisol, la hormona del estrés agudo. Los sonidos afectan a la secreción de hormonas en todo momento pero también afectan a la respiración, al ritmo cardíaco y a las ondas neuronales. No solo los sonidos desagradables pueden hacerlo, por ejemplo a la mayoría de personas les parece relajante el sonido del mar, que también lo asociamos con el hecho de estar libres de estrés y de vacaciones.
2. Emocionalmente
La música es la forma sonora más poderosa que conocemos y que afecta a nuestros estados emocionales. Pero la música no es el único tipo de sonido que afecta a las emociones, los sonidos naturales pueden hacerlo también. Por ejemplo a la mayoría de las personas les parece tranquilizante el canto de los pájaros y existe una razón: a lo largo de cientos de miles de años hemos aprendido que cuando los pájaros cantan, todo está en calma, pero si se detienen, debes preocuparte.
3. Cognitivamente
¿Alguna vez has probado de entender dos personas hablando a la vez? Es pràcticamente imposible, o te centras en una persona o en la otra. Tenemos poco ancho de banda para procesar información auditiva, por este motivo si trabajas en una oficina o estudias en una aula con mucho ruido de fondo, tu productividad y concentración quedarán significativamente reducidas. Hay estudios que demuestran que la productividad en espacios de trabajo ruidosos cae hasta un 66%, es decir, los trabajadores son tres veces menos productivos en entornos ruidosos que en espacios silenciosos.
4. Comportamiento
Teniendo en cuenta lo explicado anteriormente, sería sorprendente que nuestro comportamiento no cambiase ante el sonido. ¿Un conductor que escucha música Techno a todo volumen va a conducir a una velocidad constante de 50km/h? Probablemente no. Los seres humanos nos alejamos de los sonidos desagradables y nos acercamos a los sonidos placenteros. En el ámbito del retail está comprobado que las ventas bajan un 28% ya que los compradores abandonan antes un establecimiento que tiene una música o ambiente sonoro desagradable para ellos.
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