Cada vez que los docentes entran en un aula se enfrentan a un desafío que parece imposible de alcanzar: captar la atención de estudiantes. Conseguir que estos presten atención en clase no es sencillo, ya sea por el uso del móvil en clase o simplemente conversando con otros compañeros e incluso pensando en las preocupaciones típicas de la edad, los estudiantes se distraen.
Si además nos encontramos en un entorno ruidoso, concentrarse puede ser una tarea imposible para cualquier persona ya sean niños, adolescentes o adultos.
Numerosos estudios certifican que el exceso de ruido en centros educativos tiene graves consecuencias para alumnos y profesores. El agotamiento, el estrés y problemas en la voz son los problemas que sufren los docentes como consecuencia del ruido.
De la misma forma, en los alumnos el ruido perjudica su rendimiento escolar y genera desigualdades, ya que cuanto más lejos está el alumno del profesor, sufrirá más dificultades para entender su mensaje, concentrarse y aprender.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido es la segunda causa de origen ambiental que más perjudica a la salud, solo por detrás de la contaminación del aire. Y es que aquello que oímos puede modificar en gran medida nuestro estado de ánimo y, por tanto, la predisposición con la que nos enfrentemos a nuestras labores.